castigado por desear su piel,sus labios,su espalda.
echen amor,echen paz al alma,no quiero sufrir por amar,
no me aten, ni castiguen con crueldad, que es más pecado odiar.
Al conseguir su amor, gané su cuerpo
y en el deseo nos camuflamos,
la luz del servidor ajeno nos descubrió,
con la fuerza dura de su látigo nos azotó
y al ángel bueno vi
y llorando sangre le dije:"Tristemente Perdí".
Y al intentar darme la mano,el servidor ajeno me arrastró hacia lo más obscuro , alejándome de él... y ya en la niebla...
nos encerró a mi y al amor de mi misma alma,
hasta esperar la llegada y ser juzgados.
Pero mientras esperábamos, nos castigaban
y nos herían con látigos con lengua de fuego,
pero aún después, nos hundimos en el deseo,nos refugiamos en nuestros mismos cuerpos hasta satisfacer el deseo pecaminoso,
malo entre nosotros.
Y los demás gritaban: ¡¡¡echen sal, echen azufre,echen cal,
¿por qué ellos no sufren?!!!,
pedían castigos para nosotros,
pero no sabían que éramos protegidos por los ojos del lobo,
sólo hasta que llegue el último día,para ser condenados.
Aún podía oír la voz de mi ángel, diciendo:
"Yo te voy a salvar,pero júrame que no volverás a pecar",
eso significaba para mí, dejar a la persona que más amaba,
y tomé una decisión muy importante,
prefiero sufrir y morir a lado del amor de mi misma alma,
que vivir sin su amor,aunque eso signifique paz y calma.
Y mi Ángel, se dió la vuelta
y se fue alejando lentamente dejándome sólo
y abandonado en fuego ardiente,
preferí quedarme a lado del amor de mi misma alma,
no me importaba quedarme a sufrir por el pecado que cometimos...
al unir nuestros cuerpos,
y a mi ángel nunca más lo vi,
y así gané su silencio y Tristemente Perdí.
Autor Original : Nior Nathán
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